sábado, 13 de septiembre de 2008

Carlos Álvarez y la generación del 56. Palabras como latigazos.

¿Qué ha pasado con este poeta de cuya actividad se nutrieron los motores más progresistas de la Transición? ¿Qué ha pasado con aquellos jóvenes de la resistencia estudiantil del 56?

Los anaqueles de la literatura apenas guardan un atisbo de lo que fueron poetas como Juan Gil-Albert o Gabriel Baldrich , quien compartió prisión con Miguel Hernández, o Ángela Figuera Aymerich, que luchó en la milicia como tantas otras mujeres. Menos aún queda, pese a que sean más inmediatos y paseen por las calles con los mismos aires de entonces -quizá por eso, menos quede- de poetas como Marcos Ana (1920) o aquellos que conformaron la llamada generación del 56, algunos ya desaparecidos: Carlos Álvarez, Pepe Esteban, Jesús López Pacheco, Julián Marcos, Jaime Maestro o Jaime Ballesteros.

Pero, ¿qué fue la generación del 56? Llamada así por Julián Marcos, estaba formada por aquellos jóvenes que protagonizaron por primera vez unas movilizaciones estudiantiles en contra de la dictadura franquista. Son aquellos jóvenes que, sintiéndose privilegiados por acceder a los estudios universitarios y sintiéndose, esto es lo más importante, responsables del destino común, se pusieron del lado de la miseria y la ignorancia reinantes. Además de los ya conocidos y reconocidos Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo... (los poetas sociales, en mayor o menor medida) se dio el caso de otra hornada de poetas que dieron plenamente sus voces en un impecable realismo militante que luchaba por los postulados de un comunismo que sabían no era el que se practicaba en la URSS. Hablo de la poesía política, la poesía heredera directa de Antonio Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Gabriel Celaya, Blas de Otero y Ángela Figuera Aymerich.

Estos poetas no sólo actuaron en lo político desde su condición de poetas, de intelectuales, sino que usaron la poesía como arma y como consuelo del pueblo. Y es que, como Friedrich Engels sentenció en su materialismo dialéctico, la poesía -y la cultura y el arte en general- forma parte de la superestructura que soporta los pilares del sistema. El compromiso es total. Las circunstancias lo requerían.

Tal fue la entrega que muchos de estos poetas, si no todos, hubieron de pagar sus conciencias con largas estancias en la cárcel. De ahí los versos de Carlos Álvarez "estos que ahora son poemas/serán mañana piezas del sumario".

Fernando Álvarez, Rubén Pérez, Ismael Cabezas, Carlos Álvarez, Juan Gómez Macías y Antonio Pérez Girón, después del recital que dio en San Roque, en abril de este año 2008.


Éste es el caso de Carlos Álvarez (Jerez de la Frontera, 1933), según José Esteban "el más poeta de todos nosotros". Carlos Álvarez, además, ha cultivado el artículo de opinión en medios como Vanguardia Obrera. Pertenece a una familia comprometida que perdió a la figura paterna en los primeros días de la Guerra Civil. Y es hermano de los escritores José María Álvarez Cruz (De la tierra sin sol, El crimen de la Alcaidesa, inédito) y Fernando Álvarez, y del juez Enrique Álvarez (La Justicia, esa bella desconocida. Memorias de un juez de izquierdas).

Finalista en 1962 del prestigioso premio concedido fuera de España Ruedo Ibérico, su obra fue acogida en el exterior como el más profundo reflejo de las heridas de la dictadura. Así, en 1963, encarcelado el poeta, el escritor Andrés Sorel y traductores daneses publicaron una antología en Borgens Forlag, en Copenhague. En Dinamarca también se le concedió, por Escrito en las paredes, el Premio Lovemanken de la poesía danesa, y es a partir de ese momento cuando su obra comienza a extenderse a toda Europa, y son cada vez más frecuentes las ediciones de su poesía en los países nórdicos. Destacan la antología Palabras como latigazos (Estocolmo, Suecia), Noticias del más acá (París, Francia) y Poesía del carcere (Italia). Pero no fue hasta 1969 cuando su obra quedase más o menos reconocida dentro de España, al publicar la prestigiosa colección El Bardo Estos que ahora son poemas... y, más adelante, Los poemas del Bardo. Vendrían luego Tiempo de siega y otras yerbas (1970), Eclipse de mar (1973), Aullido de licántropo (1975), Versos de un tiempo sombrío (1976), Como la espuma lucha con la roca (1976), La campana y el martillo pagan al caballo blanco (1977), Poemas para un análisis (1977), Cantos y cuentos oscuros (1980), Dios te salve María... y algunas oraciones laicas (1978), Reflejos en el Iowa River (1984), El testamento de Heiligenstadt (1985), De palabra y por escrito (1990), Entre el terror y la nada (1991), Cauce del profundo río (1993) y Memoria del malentendido (1993).
En las palabras de Antonio Hernández, aparecidas en el prólogo al cuaderno del Aula de Literatura "José Cadalso":

Hablar a estas alturas de la poesía de Carlos Álvarez es hacerlo de un álbum de fotografías donde la misma persona aparece transformada en lo que sus sucesivas edades determinan: una poesía del todo inocente, pura en una formación que se identifica con la virginidad expresiva; otra en la que ya duele lo que rodea y que se corresponde con la adolescencia del romanticismo; una tercera en que ese romanticismo tiene como blanco de su intención el hombre sojuzgado, la toma de conciencia de una madurez que se expresa solidaria; otra más en que esa sazón se ha vuelto hacia dentro porque dentro está la fruta de la almendra, y una última y definitiva y dominante en que todo se ha dispuesto de manera en que aparecen juntos el niño, el muchacho, la persona madura y el joven que siempre será porque deja para el misterio una imagen que nos enseña su alma más que la continuada metamorfósis de su cuerpo. Eso suele ocurrir con los grandes poetas, o con los grandes artistas, que no tienen rostro porque tienen diez siglos de sabiduría y esa cantidad de años no hay cuerpo humano que la aguante.


Para más información sobre Carlos Álvarez, quien ha escrito gran parte de sus poemas entre rejas (por ejemplo, Versos de un tiempo sombrío, de 1976, está íntegramente producido en la cárcel) recomiendo este artículo de David Felipe Arranz publicado en la revista El invisible anillo. También es muy interesante lo que aparece en la revista El catoblepas sobre la generación del 56, por el catedrático Ramón Cotarelo García.



Muestra poética de Carlos Álvarez:



PARÁBOLA SOBRE EL BILLAR

No puede haber otro juego
tan cruel como el billar:
tres hombres en una celda
condenados a chocar.
Siempre es una bola blanca
la que ataca con afán:
lo bola roja está roja
de los golpes que le dan.

¡Ay bola de roja sangre
que nunca quiere atacar!
¡Ay blanca bola de nieve
que la obligas a jugar!

El verde color del campo
se ha puesto triste de ver
que a la tierra malherida
no la dejan florecer.

Y todo porque a unos hombres
les parece diversión
lanzarle a la bola roja
disparos al corazón.



De Papeles econtrados por un preso (París, 1967).




AUTORRETRATO MACHADIANO

Mi infancia son recuerdos de un muro de Sevilla
y el desplomarse lento de un hombre acribillado.
También mi joven árbol se estremeció en Castilla
por un viento impreciso, mejor para olvidarlo.

Ni un seductor Mañara... Pero dejemos eso
discretamente al margen, por demasiado mío:
las cosas que a mis versos lastraron con su peso
no son las anecdóticas del fuego y el hastío.

Mi corazón quisiera, tal vez, sentir la brida
que modera el envite del dolor y la euforia.
Pero mi sangre ignora la marcha contenida
por el remanso, imita las vueltas de la noria.

Si advertís que una gota de misterio y de sueño
salpica bellamente indecisa mi mensaje,
pensad que hubo torpeza simplemente: no empeño
de ocultar en la niebla la forma del paisaje.

¿La sembraron mis manos, o me fue regalada
la flor del sentimiento fraterno que cultivo?
Sólo sé que su aroma me emborrachó, y que nada
me importa tanto: es ése el fin para el que vivo.

No escatiméis el rojo si, al pintar mi cabeza,
buscáis el fondo exacto que defina mi gesto.
Mas añadidle un tímido color gris de pobreza
donde se apague el brillo que pueda ser molesto.

Acaso alguna cosa logré desde que dura
mi juego de las mágicas palabras con el rito:
si al hablar de mí mismo mejoré la figura,
mis versos me obligaron a mantener lo escrito.

Una cosa quisiera: dejar como recuerdo
el de un hombre que quiso realmente ser humano.
Si miro hacia el pasado, quizá con ello pierdo;
abierto hacia el futuro, seguro estoy que gano.

Y cuando llegue el día del último coraje
necesario en la vida, alerta quiero estar.
No por miedo a que abrume mi exceso de equipaje,
sino para impedirle a mi pulso naufragar.


Viena, enero de 1968.



Colocar un peldaño es lo importante:
acortar el peligro y la distancia,
asomar ya los dedos como garfios
por el alto pretil de la muralla,
y dejar que el esfuerzo del hermano
apoye su raíz en nuestra espalda...
¡es tan difícil comenzar de nuevo...!
¡tan mísero partir desde la nada!
...y está ya tan lejano el primer árbol,
y estamos ya tan cerca de mañana...
Con el pecho cubierto por el musgo,
sumergido en el frío que me avanza,
un presagio de espumas y de brisa
me adormece el rencor en la garganta.
Seguiré donde estoy: como un relieve
sin cultivar del muro que adelanta
su mano hasta otras manos... ¡Que me crezca
en el hombro el dolor de una pisada!

Aunque el mar no se acerque hasta mis ojos,
alguien lo podrá ver desde mi espalda.

-Poema musicalizado por Elisa Serna.

De Los poemas del bardo (Barcelona, 1969).



ECLIPSE DE MAR

Desde días, amaso un pan amargo
que no alimenta bien. O en el molino
venden harina pobre, o el declive
hay que buscarlo en la panadería

donde rindo mi esfuerzo. Porque estudio,
consultando los médicos, mi caso
(radiografía, análisis de sangre)
y nada encuentro en mí que justifique

tan bajo rendimiento: ni mis manos
carecen ya de tacto, ni en los ojos
hay síntomas de pérdida que indiquen
que acaso filtro arena entre los trigos.

Y, sin embargo, el hecho es evidente:
no acuden parroquianos, buscan otro
lugar en que les den su pan diario.
¿Será a pesar de todo culpa mía?



***


Con esta duda me rendí a la noche,
y, andando en sueños, me acerqué a la playa
vencido por el ansia marinera
que siempre me ha impulsado al horizonte.

Y caminaba, caminaba ansioso,
borracho, enamorado de la estrella
que se mira en la espuma. Pero luego,
nervioso de no verla en mis zapatos.

Porque, o era muy larga la distancia
que del mar me alejaba, o el camino
se reía de mí, sediento y blanco,
... marea de mi fe. Bajo la luna,

sobre la arena muerta, los cadáveres
devueltos por el tiempo; la despierta
señal de lo que fue; los galeones
mostrando su tesoro carcomido...

Pero la mar, tragada por la tierra.


De Eclipse de mar (1973).



· Para los que tengan interés en leer algo de Carlos Álvarez, recomiendo la antología Tercera mitad, de la Editorial Eneida, 2006. Aunque más difícil de conseguir, mencionar otra vez el cuadernillo del Aula de Literatura "José Cadalso" (San Roque, 2008), creo que la edición última de sus poemas.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Carlos Álvarez.

Carlos Álvarez (1933) es un poeta infravalorado. Y es que cuando la poesía deja de dar su voz a un movimiento social, cuando los poetas dejan de dar su voz a una resistencia como lo fue la antifranquista y muere el ideal, nadie habla de aquellos poetas sociales, de aquellos poetas que pasaron decenas de años en las cárceles de España. Aquellos poetas que lanzaron soflamas en las huelgas, que gritaron incendiarias ideas en mor de un sistema más humano. Cócteles de música.

Por eso, cuando acudió al Aula de Literatura "José Cadalso" de San Roque, en Cádiz, y recitó sus poemas -necesariamente políticos-, fue un acto de justicia. Qué menos que eso.

Y más bello fue aún saber, y esto deberían entenderlo aquellos jóvenes de entonces, que aquellas canciones clandestinas de Elisa Serna y demás cantautores, eran los poemas de un hombre dado a unas ideas primordiales. Hasta hoy.


POÉTICA AL ESTILO DE ESPRONCEDA

No sé esculpir el verso, pues prefiero
la paloma que vuela a la que mira
su graciosa silueta cincelada
sobre un rico cristal.

Palabras en reposo no las quiero,
ni la belleza estática me inspira;
me gusta la que colma, derramada,
su cauce natural:

el grito de liberación del río
que invade el mar; el bosque cuando canta
su agreste sinfonía a toda orquesta;
la euforia del volcán...

y vuela desbordado el verso mío
para el hombre que lucha y que levanta,
sin que le estorbe el miedo, su protesta
con los que piden pan.

De los jardines mágicos, dolientes,
bañados por la luna y por el frío,
de indolente belleza refinada,
no brota mi canción...

delante del rosal, indiferentes,
corren mis pensamientos como un río...
mas nunca desatienden la llamada
que angustia el corazón.

Y así son las palabras que os entrego,
dictadas por el ansia y la certeza
que un día vendrá para el hermano
que hoy sangra de sudor...

palabras que os entrego con un ruego:
que las tiréis si, bajo su corteza,
no tropezáis con la caliente mano
rendida del amor.


Carlos Álvarez. Tercera mitad. Antología poética. Editorial Eneida. 2007.


De izquierda a derecha: servidor, el poeta Ismael Cabezas (el único, junto a Carlos, que sabe cuándo mirar), Carlos Álvarez, el pintor y poeta Juan Gómez Macías y el escritor Antonio Pérez Girón. Y digo escritor porque toca todos los palos.

La fotografía fue tomada después del acto, después de que me firmara el cuadernillo que publica el Aula y la reedición de su libro Versos de un tiempo sombrío (Editorial AlfaSur), escrito en la cárcel y publicado en 1976.

Aquella fue una buena noche; ya sabremos por qué -espero. Un cóctel de música. Seguro que hablo más de Carlos Álvarez. Qué menos.

Y de sus hermanos.

Un poema de José Ángel Valente.


EL ADIÓS

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.


José Ángel Valente. El fulgor. Antología poética (1953-1996). Selección de Andrés Sánchez Robayna. Galaxia Gutenberg. De A modo de esperanza (1953-1954).

Un poema de Charles Baudelaire.

Es una fuente de oro negro. Y evidentemente no me refiero al petróleo. Es otra clase de oro negro cotidiano.

No sé si es la traducción más correcta, pero bueno. De Carlos Pujol, en una edición de Planeta de 1990.



EL CREPÚSCULO DE LA MAÑANA

Suena en cada cuartel la canción de la diana
y en el alba se agitan farolas al viento.
Es la hora en que enjambres de maléficos sueños
en sus camas retuercen a muchachos morenos;
cuando un ojo sangriento que nervioso palpita
es la lámpara, ya mancha roja en el día.
Cuando agobian al alma cuerpos toscos y ásperos
imitando el combate de la luz y la lámpara.
Como un rostro con llanto que las brisas enjugan
en el aire hay temblores fugitivos; el hombre
de escribir ya se cansa, y de amar a la mujer.

Y las casas comienzan a humear por doquier,
las rameras al alba, con los párpados lívidos,
entreabierta la boca, duermen como aleladas;
las mendigas arrastran pechos flacos y fríos,
soplan en sus rescoldos y se soplan los dedos.
Es la hora en que en medio del helor y del hambre
siente la parturienta agravarse el dolor;
un sollozo cortado por la sangre espumosa
es el canto del gallo entre el aire y la bruma;
todo un mar de neblina la ciudad está inundando
y en los cuartos de asilos los que van a morir
lanzan sus estertores entre bruscos hipidos.
Extenuados regresan a su casa los crápulas.
Tiritando, la aurora, de color rosa y verde,
lentamente recorre todo el Sena desierto,
y el sombrío París, que se frota los ojos,
volverá a su tarea como un viejo incansable.


Charles Baudelaire. Las flores del mal. 1857.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Otro cualquier blog.

Por fin pongo la primera entrada del blog. Trataré diferentes temas, aunque no me arriesgo a decir sobre qué hablaré o no hablaré. No me comprometo a nada, entre otras cosas porque no tengo ante quien exponer mi compromiso. Pero sí advierto y me convenzo a mí mismo: no cultivaré mi ego. Diré las tonterías justas y necesarias.

Se habla de postmodernidad, de descreimiento político y de insaltables óbitos de ideologías. De sociedades amordazadas. Pues bien, he aquí un sujeto no postmoderno, si se quiere. Un individuo librepensante en la medida de lo posible. Y estoy seguro de que exagero. Aviso: no soy un lumbrera.

Últimamente me debato entre anteponer el individuo que soy al ser social que vengo siendo. También me pregunto, juzgo si he sabido equilibrar, como era mi pretensión, a tales bestias. Si la libertad es la "capacidad de hacer aquello que me construye como persona en el conjunto de la sociedad de personas" (Gustavo Bueno), ya veremos en lo que se convierte esto. Empezando por el blog.

Tantas veces he pensado que cualquiera tiene un blog... Es cierto: cualquiera que escribe tonterías hace un blog y se cree alguien. Por esto y otras cosas, y por mi honor, si llegara el momento, dejaré de escribir en él.

Sobre todo, porque el curso ya se asoma a la vuelta de la esquina, no escribiré con ninguna periodicidad concreta.


Pasen, la feria de abril ya está en crisis.